El diseño no es magia (pero puede parecerlo si eliges bien)
Contratar a un diseñador puede ser una de las decisiones más importantes —y también más delicadas— que tomes para tu negocio. Un buen diseñador puede transformar la percepción de tu marca, aumentar tus ventas y hacer que tu empresa destaque frente a la competencia.
Pero un mal diseñador… puede hacer justo lo contrario.
La clave no está solo en el talento, sino en saber cómo elegir, comunicar y evaluar correctamente el trabajo de diseño.
Y aunque todos creemos tener “buen gusto”, el diseño profesional va mucho más allá de lo visual: implica estrategia, coherencia, experiencia de usuario y conexión emocional.
Si estás pensando en contratar un diseñador (freelance o agencia), evita caer en estos errores comunes que pueden costarte tiempo, dinero y, sobre todo, la esencia de tu marca.
Error 1: Elegir solo por precio
Sí, todos queremos ahorrar. Pero contratar al diseñador más barato suele terminar siendo más caro.
¿Por qué? Porque el diseño mal hecho no comunica, no vende y termina por necesitar una revisión completa.
Un diseñador profesional no solo entrega un logo o una web bonita; te ofrece un sistema visual que representa tu identidad y conecta con tus clientes.
Cómo evitarlo
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Compara presupuestos, pero no te quedes con el más bajo.
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Pide ver casos reales de éxito, no solo imágenes bonitas.
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Valora la experiencia, el estilo y la metodología del diseñador.
Recuerda: si el precio te parece “demasiado bueno para ser verdad”, probablemente lo sea.
Error 2: No definir tus objetivos antes de empezar
Uno de los errores más frecuentes es no tener claro qué esperas del proyecto.
Cuando el cliente no define metas concretas, el diseñador no tiene una dirección clara y el resultado suele ser genérico.
“Quiero algo moderno” o “necesito que se vea profesional” no son objetivos; son deseos vagos.
Cómo evitarlo
Antes de contratar, define:
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Qué quieres conseguir con el diseño (más ventas, mejor imagen, coherencia visual, etc.)
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Qué mensaje quieres transmitir.
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Cuál es tu público objetivo.
Cuanta más información tenga el diseñador, más alineado estará el resultado con tu visión.
Error 3: No revisar el portafolio con atención
Muchos clientes eligen basándose en la primera impresión o en una recomendación.
Pero cada diseñador tiene un estilo, un enfoque y un tipo de cliente con el que encaja mejor.
Si no revisas su portafolio a fondo, podrías acabar con alguien que no entiende el tono visual de tu marca.
Cómo evitarlo
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Pide ver al menos tres proyectos similares al tuyo.
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Analiza la coherencia entre trabajos: ¿sabe adaptarse o siempre hace lo mismo?
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Observa la calidad de presentación: un diseñador que cuida cómo muestra su trabajo, cuidará el tuyo igual.
Error 4: No pedir un briefing o no completarlo correctamente
El briefing es el documento base de todo proyecto de diseño.
Ahí defines los valores, el público, la competencia, los objetivos y la esencia de la marca.
Muchos clientes lo omiten o lo llenan con prisa, pero luego esperan resultados perfectos.
Un mal briefing es como darle un mapa incompleto a un piloto y pedirle que aterrice con precisión.
Cómo evitarlo
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Tómate tu tiempo para completarlo con detalle.
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Pide que el diseñador te guíe con preguntas.
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Sé claro con lo que te gusta, pero también con lo que no.
Un briefing bien hecho ahorra malentendidos, revisiones y frustraciones.
Error 5: No establecer una comunicación fluida
Diseñar no es un proceso unidireccional.
Si esperas que el diseñador adivine lo que quieres sin darte feedback, estás condenado al caos.
La comunicación es clave: sin una conversación abierta, incluso el mejor diseñador puede fallar.
Cómo evitarlo
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Define desde el principio cómo será la comunicación (reuniones, correos, mensajes).
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Sé puntual con tus respuestas y comentarios.
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Da feedback específico: evita frases como “no me convence” y explica por qué.
Cuanto más claro seas, más acertado será el resultado.
Error 6: No firmar un contrato o acuerdo de trabajo
Un error clásico (y peligroso). Muchos proyectos se inician sin un acuerdo formal que establezca tiempos, entregas, revisiones y derechos de uso.
Esto puede terminar en malentendidos: retrasos, cobros extra o incluso disputas por la propiedad de los archivos.
Cómo evitarlo
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Exige siempre un contrato (aunque sea sencillo).
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Revisa que incluya: plazos, número de revisiones, entregables finales y condiciones de pago.
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Asegúrate de tener los derechos de uso del material una vez terminado el proyecto.
Un contrato protege tanto al diseñador como a ti.
Error 7: Querer demasiadas revisiones
La perfección no existe. Y muchas veces, los clientes caen en la trampa de querer cambiar cada detalle mil veces.
El resultado: un diseño sin personalidad, sin dirección y con más tiempo invertido del necesario.
Cómo evitarlo
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Confía en el criterio profesional del diseñador.
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No tomes decisiones por votación (“a mi primo le gusta más el azul”).
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Define desde el inicio cuántas rondas de cambios se harán.
El buen diseño no se mide por cuántas revisiones tuvo, sino por cuánto comunica sin decir nada.
Error 8: No pensar en el futuro de la marca
Muchos negocios solo piensan en el diseño como una tarea puntual, cuando en realidad debería ser parte de una estrategia a largo plazo.
De nada sirve un logo espectacular si no se adapta a redes, packaging o web.
El diseño debe crecer contigo, no quedarse corto a los seis meses.
Cómo evitarlo
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Pide un sistema visual completo (no solo el logo).
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Asegúrate de recibir versiones adaptables para distintos usos.
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Pregunta si el diseñador puede ofrecerte soporte o mantenimiento futuro.
Error 9: No valorar la experiencia
El diseño gráfico no se trata solo de talento, sino de experiencia profesional.
Un diseñador experimentado sabe cómo gestionar plazos, presentar ideas y resolver problemas visuales con rapidez.
Cómo evitarlo
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Verifica la trayectoria profesional.
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Pide referencias o reseñas de otros clientes.
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Pregunta cómo suele abordar los proyectos y cómo trabaja los procesos creativos.
Un diseñador con años de experiencia no solo diseña mejor: piensa estratégicamente.
Error 10: No dejar espacio a la creatividad
Cuando el cliente quiere controlar cada detalle (“pon este color, esta tipografía, este icono”), el resultado suele ser pobre.
Un diseñador necesita libertad para proponer soluciones. Si lo tratas como un ejecutor y no como un creativo, estás pagando por alguien que simplemente “sigue órdenes”.
Cómo evitarlo
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Explica tu visión, pero deja que el diseñador la interprete.
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Pide opciones antes de decidir.
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Confía en su criterio profesional: por algo lo contrataste.
La clave: colaboración, no control
Contratar a un diseñador no es “tercerizar una tarea”, es crear una alianza creativa.
Tu rol es aportar la visión de negocio; el suyo, la traducción visual que emocione y funcione.
Cuando ambos se escuchan y respetan, el resultado es más que diseño: es identidad.
En Ilustem lo decimos así:
El buen diseño no se impone, se construye en conjunto.
Si logras entender eso, tu próxima contratación no solo será exitosa, sino el inicio de una marca que crece con propósito, coherencia y estilo.